exaltación de la belleza

Isabel siempre es bella, además es un amor. No me canso de mirarla y siempre veo en ella un detalle de atractivo. Pero cuando llega el domingo o en ocasiones especiales, por ejemplo en una boda, saca de su interior la belleza desbordante que por un lado me abruma y por otro despierta en mi los celos de saberla observada por el resto del mundo.

Llega el día de coincidir en un evento y sé que ella brillará de esa forma que sólo ella sabe hacerlo, y me consume la curiosidad y la ansiedad de saberme únicamente su cuñado...



Pienso en la posibilidad de echarle un piropo, pero sé que es algo que no tendrá ningún efecto. Más bien podría poner en evidencia mis sentimientos hacia ella, y me suelo contener. Aunque alguna vez le digo algo, mirándola a los ojos, sin exagerar, simplemente sentenciando mi admiración a ser posible de manera discreta, entre los dos.

Sé que ella sabe que la admiro, sé que sabe que la quiero, y en el fondo con eso me vale. Viéndola brillar de esa forma, desplegando su belleza sin reparos, siento que realmente hay razón para tanta atracción hacia ella. Que sin buscarlo tengo la cuñada más adorable. Dime si no es para estar orgulloso. Y celoso.

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